⏱ #59 – No todos tenemos las mismas 24 horas al día para triunfar
O por qué los productivity bros están absolutamente equivocados
El año que acaba de comenzar tiene 365 días dispuestos en 52 semanas, en 12 meses. Es facilísimo calcular que tenemos 8760 horas por delante para, si hacemos las cosas bien, llegar a ser nuestra mejor versión. Piénsalo, son muchísimas horas, todas llenas de oportunidades. ¿Te lo vas a perder? Solo hay que encontrar un propósito, priorizarlo, hacer foco, mantener la motivación. Todo el mundo tiene días de 24 horas, pero no todos les sacan el máximo partido.
No lo aguanto más. ¿Puedo hablar? ¿¿Puedo decirlo ya??
🎇💩✨ · Y · U N A · M I E R D A · ✨💩🎇
¿En qué momento se nos ha metido esto tan dentro que, si simplemente llegamos al final del día habiendo asegurado nuestra supervivencia y la de quien nos rodea, nos sentimos fatal por no haber sido suficientemente productivos? ¿Cuándo nos han engañado tantísimo que no solamente tenemos que responder ante los resultados de la compañía que nos emplea sino que cada uno de nosotros nos hemos convertido en nuestra propia empresa y debemos sacarnos el máximo rendimiento todo el tiempo?

Vivimos en la era del “si quieres, puedes”, y eso deja la responsabilidad de nuestro triunfo o nuestro fracaso –sea lo que sea cada uno de esos conceptos– en nuestras propias manos. Si no eres feliz es básicamente porque no te lo has propuesto bien, ¡porque es sencillísimo! Así que, ya que he captado tu atención haciéndote sentir mal, ven, que te vendo mi curso para solucionarlo. Pero solucionar tu parcelita, lo que puedes hacer tú con tus medios, si acaso, domando esa ilusión de que controlas algo en tu vida. Nada de atajar ni plantearse problemas complejos que sí marcarían la diferencia.
Me sabe fatal escribir mil palabras poniendo una obviedad tras otra, pero veo que nos estamos comiendo este discurso sin rechistar.
🕔 El club de las cinco de la mañana
Aunque ya hay otros clubs de más madrugadores para ganar a estos, qué te vas a pensar; terminarán levantándose a las siete de la tarde del día anterior.
La conclusión es que tú, antes de poner un pie en el suelo por la mañana, ya vas tarde. Porque con esta instrucción que está en tu mano seguir, solamente a base de motivación, puedes ir por delante de los demás –para llegar antes a dónde, no lo sé–, para aprovechar sin interrupciones, para “ganar el día” antes de que los demás se hayan tomado el primer café.
Yo soy la primera que se quita media hora de sueño para desayunar sola; para no atragantarme entre las prisas, tener algo de silencio mientras se me recoloca el cuerpo, organizar todo lo posible antes de que los peques se levanten para no tener que hacerlo después a la vez que los atiendo a ellos… pero soy consciente de que media hora es un porcentaje importante de mis horas de descanso habituales. Si habitualmente vengo de una noche en la que he dormido apenas 4 y por supuesto no seguidas, comprenderás que voy a aferrarme a cada minuto de cama que pueda. Además, esto lo he podido hacer de un año para acá, cuando he dejado de dormir con quien tiene un sensor de presencia que ya lo querrían en las cajas fuertes que guardan diamantes.
Porque, atención, revelación: no todo el mundo puede permitirse dormir en condiciones. El descanso también es un lujo. Depende de la jornada laboral, la dinámica familiar, la pobreza energética o no –y con los veranos que nos vienen, habrá quien no tenga meses de tregua–. Porque no todos estamos libres de trastornos del sueño, propios o ajenos, derivados o no de problemas de salud, porque el tiempo agendado para descansar no se convierte en una realidad solamente porque te lo hayas programado así.
Hay días, que pueden sucederse en temporadas de años enteros, en los que el objetivo es no levantarte de la cama más cansado de lo que te acostaste. Sin saber cuándo será tu siguiente noche de sueño reparador. Se trata de sobrevivir, literalmente, como se pueda al día a día.
Si mi atención se ve mermada a lo largo del día por falta continuada de descanso, una hora de trabajo mía no puede ser igual que la de quien elige cómo y cuándo dormir. Menuda sorpresa, ¿verdad?
🎯 Prioriza tus objetivos y lucha por ellos: puedes salir de ese trabajo de mierda
Hay vidas en las que el objetivo no es, y nunca podrá ser, “trabajar en algo que te apasione y así no tener que trabajar ningún día de tu vida” porque, aparte de ser una falacia, no todo el mundo cuenta con un colchón en forma de ahorros familiares que le permita saltar al vacío. Hay quien no puede permitirse el riesgo de que se le rompa la lavadora.
Otra revelación, atención: si sueñas con un trabajo en el que no te exploten, tus derechos básicos se vean reconocidos o puedas desconectar de las preocupaciones al final del día porque no vas a heredar la empresa, la solución quizás no sea emprender para ser tu propio jefe –probablemente consiguieras lo contrario– sino, quizás, hablar con tu sindicato.
Si me juego los ahorros de toda una vida e hipoteco lo hipotecable, mis horas de trabajo no valen lo mismo que las de quien invierte una propinilla familiar que ni era consciente que tenía. Si la mitad de mis horas de trabajo al cabo del día van destinadas a pagar el alquiler de este mes, mi día no puede ser igual que quien tiene la casa pagada. Quién iba a pensarlo.
La meritocracia, en una proporción abrumadora, son los padres. Y lo dice también el nobel de Economía, que no creo que sea sospechoso de nada.
Si tú y yo trabajamos ocho horas al día, pero a mí me dan la opción de teletrabajar siquiera algún día entre semana pero a ti no, obviamente nuestro tiempo no vale lo mismo. Y, sorpresa, hay gente a la que tu tiempo le da igual, solamente quiere que sus inversiones estén aseguradas. ¿Tienes las mismas horas al día que ellos? Si el transporte público se va progresivamente al garete, la hora de antes de empezar a trabajar y la inmediatamente posterior de quien trabaja en casa y de quien no, obviamente no son iguales.
Si desprecias el trabajo de alguien sin pensar que esa persona va a necesitar un tiempo para asumir lo que le has dicho, plantearse todo de cero, reunir la autoestima que le quede para volver a la tarea mientras que tú no le dedicas otro segundo de tu tiempo a lo que acabas de hacer, obviamente no tenéis las mismas horas en el día. Si el ambiente de ese entorno laboral es asfixiante, si no hay adaptaciones sensoriales para quien las precisa y cada día es un suplicio, quizás no queda cuerpo ni cabeza parar “aprovechar” esa hora de transporte público leyendo a Dostoyevski.
Si tengo que emplear cada mañana veinte minutos en maquillarme y peinarme en mi tiempo personal porque no presentar cierto aspecto se considera inaceptable incluso socialmente, el día no tiene el mismo tiempo disponible para ti que para mí.
Si soy mujer, mis horas no valen lo mismo que las tuyas si eres hombre, aunque trabajemos en lo mismo.
🤧 Lo importante es la salud
Si no me puedo permitir invertir una hora al día para hacer ejercicio, quizás yo ahora tengo una hora al día más que tú para “hacer cosas”, pero en diez años me pasará factura, en veinte probablemente pase más tiempo en el médico que tú, si es que para entonces seguimos teniendo Sanidad Pública.
La salud está más determinada por el código postal que por la genética.
Si convives con un trastorno o enfermedad propia o ajena, además de las consultas, revisiones o burocracia, debes emplear un tiempo apreciable, idealmente una vez hayas tenido tiempo para asumir la noticia, para informarte como mejor seas capaz, para poder arreglarte en lo que a partir de ahora será tu día a día y para defender tus posiciones y tu mejor criterio ante quien toque. No son pocas las veces en las que la gestión solamente aumenta el dolor. Y no, la hora posterior de quien ha tenido una discusión reclamando sus derechos básicos no puede ser igual de productiva que la de quien no ha tenido que hacerlo.
Si tengo que estar preocupada por gestionar citas médicas, dejarlo todo en suspenso cuando, de un día para otro, me avisan para hacerme una prueba diagnóstica que llevaba esperando meses, creo que está claro que mi tiempo no vale lo mismo que el de alguien que no tiene estas urgencias.
Si yo hoy tengo la regla y tú no, aunque solamente sea por los minutos que voy a dedicar a pensar en ello –ni siquiera hablo de si hay dolor, más implicaciones físicas o mentales–, no tenemos el mismo tiempo hoy. Quizás la mujer que limpia en el hotel es plenamente consciente de sus ciclos y de si está en luna menguante o en fase dragona, pero va a tener que hacerse hoy las habitaciones que le asignen, sí o sí.
🩲 Esas cositas de casa o el encantamiento por el cual los calzoncillos se lavan solos
Si tu ropa interior aparece mágicamente en tu cajón, pregúntate si tus días tienen las mismas horas que los días del elfo que te la ha dejado ahí bien dobladita.
Si el trabajo doméstico lo tienes “externalizado” porque puedes pagar para no encargarte de hacer las tareas básicas del hogar, tus horas al cabo de la semana no son las mismas que las de quien se encarga en primera persona, por muchos podcast enriquecedores que esta escuche mientras. Si ese trabajo no solo no lo haces tú, sino que se encarga la mujer con la que convives, no es que vuestros días no tengáis las mismas horas, es que a ella le penaliza mucho más vivir contigo que vivir sola.

Si ella tiene que esperar y encargarse de que los peques estén comidos, duchados y/o dormidos para poder hacer ejercicio, escribir, hacer cursos o cualquier otra cosa que le salga del papo pero tú no… quizás te sorprenda descubrir que no, no tenéis las mismas horas a la semana.
No tiene las mismas horas el día de quien se ve lastrado por la carga mental –hasta hace nada no existía ni el término, así de evidente e invisible, a la vez, era– de llevar una casa o la crianza de los hijos que el de quien se despreocupa de todo eso. "Apaga el teléfono mientras trabajas para evitar distracciones", dijo una madre nunca.
Y ya sé que fregar el baño no es lo primero que te viene a la cabeza cuando piensas en “productividad” pero te doy una noticia: no por ello es menos imprescindible. Hay quien viste cada día igual para no perder un minuto pensando en qué se pone pero me juego tirar la basura un mes a que no sabría decir cuándo fue la última vez que (se) limpió la goma de la lavadora, aunque dé lecciones sobre cómo biohackear tu cuerpo.
No tiene los mismos minutos el día de quien deja el coche en doble fila, sin desquiciarse buscando aparcamiento legal porque, total, “es solo un momentito” que quien se queda bloqueado y tiene que esperar a que acabe ese “momentito” para poder salir.
Creo que nos hacemos a la idea, ¿verdad? Estas instrucciones están pensadas y emitidas desde alguien que parece vivir aislado del mundo, sin nadie a quien cuidar, sin nadie a quien esperar, sin más necesidades que las de servirse a sí mismo. Te propongo hacer el ejercicio de elaborar mentalmente la imagen de quién responde a esta descripción. ¿Lo tenemos? Pues eso.
Además, se trata de instrucciones simples, “al alcance de cualquiera”, son soluciones que caben impresas en una taza de desayuno pero que hacen frente a problemas complejísimos y estructurales. Sin duda, hay trucos y estrategias que nos pueden servir, hay buenas ideas que podemos adaptar a nuestras circunstancias, y yo soy la primera que trato de probarlas y ponerlas en funcionamiento… pero creo que no todo pueden ser sentencias sin matices, sin pararse a pensar en que no todos partimos del mismo lugar ni nos afectan igual las políticas públicas.
Si encima cargas de culpa a quien intenta salir de ahí simplemente con sus propios medios, o vives en una ignorancia peligrosa o eres un miserable.
Y todo este cuento tan bien contado, porque es sencillo y eficaz, lo entiende todo el mundo y quién no querría hacer lo posible para mejorar su vida, viene del mismo lugar que mucha otra porquería neoliberal, pero nos la comemos día a día porque patatas. Si nos lo dice un señor con chistera y monóculo quizás nos rechina un poco, pero si son posts bien pulcros o reels o tiktoks con un montaje ágil y motivador sobre la canción de moda, pasará mejor. Se trata de cargar la culpa individual mientras se fomenta al abandono de lo colectivo. Es ese individualismo voraz, que se come a cada uno de nosotros y al valor de vivir en común. Y yo me niego.
Estoy segura de que en este listado de situaciones yo misma no he sido consciente de todos mis privilegios y he obviado situaciones que no vivo así que, por favor, si echas algo en falta, déjamelo en comentarios. Te lo agradeceré mucho. Tenemos mucho que desaprender.
😙 Recomendaciones y cosas buenas
Con el nuevo año voy a intentar volver a tener varias secciones en cada Boletín, que así empecé y creo que enriquecía todo bastante; no sé qué opinarás tú.
Muchas de las cosas que he dicho más arriba, además de pensarlas y experimentarlas yo como buenamente he podido, las explica y las argumenta muchísimo mejor Jenny Odell en su último libro, recomendabilísimo a pesar de tener un título que huele a chamusquina –el original es Saving Time, que tiene más sentido–.
Aquí, una charla junto a Nerea Pérez de las Heras; tiene traducción simultánea por si la necesitas. Si no, hay bastantes más presentaciones.
📓 Una agenda para dominarlas a todas
Mi(s) agenda(s) física(s) transcurren desde septiembre hasta agosto, pero quizás tú te encuentres ahora sin soporte de papel y, aunque viva la era digital, apuntar a mano es uno de los placeres de la vida. Voy a escapar de las japonesas y koreanas por una vez, no porque no me encanten, sino porque las veo más conocidas, y te recomiendo una casa portuguesa que hace cosas muy sencillitas pero muy pensadas.
Hasta aquí llegamos esta semana. Menos presión para estas fechas y un abrazo.
Salud.
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Gracias por leerme, por seguirme en Patreon (puedes hacerlo gratis) y por apoyarme si eres BOLI BIC.
El Boletín Revuelto se publica cada dos jueves. Tienes más contenido, con perdón, en mi perfil.
GRACIAS. Necesitaba leer algo así Elena... Yo, sabiendo que no me encontraba en la peor posición posible, he pasado por la frustración de no poder con lo que se suponía que es posible conseguir si te organizas bien... Me han llegado a decir que no tengo que estar con mi hijo para que el trabajo y el resto de obligaciones salgan adelante, me he acostado llorando de frustración por no ser capaz de hacer nada y he acabado reventando en mil pedazos... Convirtiendome, para algunos, en un estorbo.
Poco a poco me he dado cuenta de muchas cosas y huyó de los discursos de mierda de optimizar tiempo, de si te lo propones puedes, etc... Conmigo que no cuenten para seguir alimentando está filosofía/estilo de vida de generar y consumir que tanto nos está enfermando.
Y vuelvo a decir, mi situación no es la mas complicada, he visto situaciones que me hacen llorar solo de pensarlas...
Un abrazo enorme 🫂 Gracias por no callarte🙇
Me faltan manos para aplaudirte, si es que al final todo es cuestion de privilegios. Y las mujeres, ¡las que menos tienen!
¡Lo del club de las 5 de la mañana no sirve para quien trabaje en turno nocturno o plegue muy tarde! Que curioso que todos aquellos que "lo dejaron todo por su sueño" eran personas que si les salia mal, tenian donde volver, o ahorros o suficiente experiencia para volver a su sector inicial.
También de la salud, añadiria que se recomienda una dieta variada con hortalizas de proximidad etc etc, pero a la practica, son productos que solo se pueden permitir gente con sueldo digno y tiempo para cocinar, ¡si es que al proletariado tenemos que tirar de precocinados tiempo ni para cocinar!
Gracias por haber escrito tan bien realidades que todos esos hombres que escriben desde su despacho libros de productividad no saben que existen (o no quieren saber)