🔊 Si lo prefieres, tienes aquí la versión audio de este boletín, leído por mí.
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Esta vez prometo no hablar de ropa. Supongo que esta acumulación de referencias en los boletines pasados, hablase de lo que hablase, responde a las largas horas que sumo a lo largo de la semana organizando y haciendo que funcione este ciclo sin fin para cuatro personas. Ah, la vida.

Hoy empezamos con un flashback.
El pasado 11 de noviembre (de 2021, por si me lees desde el futuro), cogí un folio en blanco (blanco solamente por una cara; la otra tiene lo que fuera que se imprimiera y ya no sirve) y me dispuse a escribir. Normalmente escribo en cuadernos (sí, Moleskine desde hace ya bastantes años), pero esta vez necesitaba algo “en sucio”, que no me comprometiera demasiado. Justo antes de apoyar el BIC negro sobre el papel me detuve y recordé algo. Fui a uno de los cajones del mueble y allí estaba: una caja de Pilot V5 de cartón, con solamente tres bolígrafos dentro. El resto los gastaría hace ya muchísimo tiempo, creo que puedo poner fecha a cuándo dejé de usarlos: el año del Máster, en el que los BIC me parecían más seguros para llevar en el bolso sin saber para cuántas horas exactamente. Eran ligeramente más lentos, pero me permitían escribir bien sobre el cuaderno apoyado en las piernas, sin que se me deformara tanto la letra, porque dejé de tener una mesa delante en muchas de las reuniones que comencé a tener a lo largo del día. Así que los Pilot negros, que me habían acompañado durante los cinco cursos de universidad para tomar los apuntes (en folio blanco, por cierto) se quedaron en el cajón. Hasta este 11 de noviembre de tantos años después.
Me volví a sentar y, esta vez, coloqué el folio en horizontal. “Compartir más”, puse, a modo de título. A continuación, con guiones, varias ventajas, razones, de esta decisión que llevaba ya un tiempo rondándome la cabeza (os filtro un par: “ahora me apetece, y eso es bueno”, “me gusta, se me da bien”), y luego dos columnas: instagram y newsletter. Bajo cada subtítulo, ventajas, ideas, preguntas… Volqué sobre el papel con la veloz tinta líquida del Pilot mi hilo de pensamiento sobre ambas posibilidades, sin filtro (por esta razón me resisto a compartir aquí esta imagen, pero tengo ante mí la hoja mientras la describo) y hasta que el folio quedó bastante cubierto, como descubrí al levantar la vista. Entonces, me temo que en uno de esos gestos que tengo automatizados y de los que me estoy quitando, cogí el móvil, entré en Instagram y vi que Cristina Mitre anunciaba que se había hecho una newsletter porque echaba de menos contar ciertas cosas también escribiendo y este era un medio que podía serle muy útil.
Leí la entrada del tirón, me suscribí sin dudar y, desde ahí dentro, inicié los trámites para crear yo mi propio boletín. Acababa de elegir entre esas dos columnas que acababa de desarrollar. Así pasó, tal cual lo cuento. Todas las decisiones trascendentales (nombre, estilo, dominio y demás) se podían tomar más tarde, así que no tuve ocasión de arrepentirme a medio camino. Le di la vuelta al folio en el que había hecho mi mapa mental y desarrollé más en profundidad posibles temas de los que yo podría escribir aquí, secciones más o menos fijas y un plan a medio plazo para evitar, como tantas otras veces, apagarme tras el calentón. Tras apretujar las letras entre el texto impreso del folio en sucio (la punta metálica del Pilot es tan fina que se cuela entre los renglones) volví a parar. Ahora yo, calendarizadora mayor, necesitaba fechas para todo aquello, porque de otro modo tendría ante mí simplemente un mapa sin nombres, por mucho grial que hubiera decidido ponerme a buscar (sí, toda referencia a La Última Cruzada es aquí siempre bienvenida, y os regalo este hilo de hace unos días) y entonces caí en la fecha: era 11 del 11 y jueves. Ya tenía mi Alejandreta. Debía empezar a publicar ese mismo día.
Y hasta hoy. He conseguido no fallar a ninguna de las citas previstas (aunque hoy vaya más tarde de lo que me gustaría) y, aunque lo bonito de estos boletines, como hemos hablado otras veces, es que pueden irse contándose ellos solos (y contándome yo a mí misma) estoy satisfecha con esa planificación inicial y que voy siguiendo y adaptando semana a semana. Porque sí, ya tengo el plan en digital, mucho más útil, limpio y fácil de editar, pero sé que el paso previo me habría costado mucho más si no hubiera escrito a mano todo aquello en el comienzo.
Vengo pues a reclamar la importancia de lo físico, del bolígrafo en la mano, del tacto de la punta contra el papel, del sonido de su rasgueo, del olor de la tinta. Del ejercicio manual de avanzar renglón a renglón a lo largo del papel. De ver cómo la letra varía según el día, según el cansancio, el humor, la temperatura de las manos. Valorar las flechas instintivas y los tachones, las respuestas a las dudas previamente formuladas; los hallazgos que surgen durante el proceso y que permiten rastrear su origen, porque esa edición de texto digital no ha podido borrar las huellas, que quizás en algún momento hubiera que seguir para retroceder y tomar otro camino, otras decisiones.
Cada uno tenemos nuestro método de crear, nuestra forma de pensar y dar forma a las ideas, pero en mi caso no tengo duda de que necesito este proceso. Y sí, soy una enamorada de lo digital, adorado sea Google Calendar, los recordatorios sincronizados con el móvil y las listas de la compra compartidas, pero creo que hay cosas que no se han quedado obsoletas por todo ello, ni muchísimo menos. Se vienen popularizando las clases de cerámica, de jardinería, de caligrafía entre gente estresada de este siglo XXI y me aventuro a decir que retomar el contacto con el trabajo manual como forma de desconexión tiene algo que ver con esto.
Ahora, con pequeños a los que educar, de los que vemos su desarrollo motriz, sensorial y otros nombres que no me sé, a los que además, premeditadamente, no estamos educando con pantallas, he notado vivamente cómo mis ojos y mis manos se han despegado muchísimo de lo digital, y me encanta. El papel, los lápices, las tijeras vuelven a ser un tesoro, un mar de posibilidades y está siendo un reencuentro muy bonito. Yo, por mi parte, tengo ahora otros deberes extra relacionados con estas manualidades que imagino que en algún momento contaré y, sí, hacer cosas con las manos, fijar la vista en superficies no iluminadas es un cambio que no sabía hasta qué punto necesitaba.

Me apetecía también explicar cómo nació el Boletín, ahora que nos vamos conociendo más. Quiero reafirmarme en mi propósito y seguir viendo cómo se va desarrollando esta narración… que no deja de ser como un folio que me dejo a mano para ir anotando las cosas que se me ocurren mientras hago lo que en realidad tengo que estar haciendo.
Recuerda que puedes suscribirte para no perderte nada (si es que te apetece no perderte nada):
📅 Atención, fecha importante
Mañana, 3 de diciembre, es el Día de las Personas con Discapacidad. Es el primer año que lo “celebramos” y no sé muy bien qué decir, así que creo que no voy a añadir nada más.
🩹 Pequeña mejora semanal
Esto puede parecer una tontería, pero para mí no lo es en absoluto: me he convencido para no mirar las redes sociales antes del desayuno. Y, si lo hago realmente bien, no abrirlas hasta la una. No es nada nuevo decir que están hechas para enganchar y hacernos pasar el máximo tiempo ahí dentro, pero es que a mí además me afectan mucho al humor con el que encaro el día.
🎶 Minutos musicales
Obvio, yo también voy a compartir mi Wrapped de Spotify de este 2021 tan tremendo que he tenido.
3979 minutos. Lo más escuchado, El Carnaval de los Animales (gracias, Paco y la Orquesta1).
“Mi aura musical”, los estados de ánimo que refleja mi música favorita son sosiego y melancolía. Todo verde y azul entremezclado, muy corporativo. Oc.
42 géneros distintos, y muchos me parecen. Música Neoclásica, Indie folk, soul, banda sonora, cantautor. Con lo que yo he sido.
401 autores diferentes, el más escuchado ha sido Chilly Gonzales, estoy en su 1% de oyentes más fieles. Qué pasa, primo.
No estoy nada en contra de todo esto que sale, pero me queda claro que necesito escuchar más música para mí, y no solamente para estar con los peques. Y, como extra, intentar descubrir cosas nuevas y no caer siempre en lo de siempre. ¿Quién tiene a mano la lista de propósitos para el 2022?
Nos vemos en el próximo Boletín Revuelto.
Salud.
Pongo el link de Amazon porque es más fácil de encontrar para todo el mundo, pero desde Boletín Revuelto apoyamos a las pequeñas librerías, que tantas alegrías nos dan, e instamos a que se compre en ellas.