#2 – Que vivan los jerséis buenos
Y tener los pies a gusto y la conciencia un poco más tranquila
🔊 Si lo prefieres, tienes aquí la versión audio de este boletín, leído por mí.
----------------
No me escondo: me gustan las cosas buenas. Y parte de mi privilegio ha sido poder esperar para tenerlas. Ahora, con este espíritu burgués que, reconozcámoslo, se ha quedado a vivir en casa, trato de disfrutar de sus beneficios pero siendo consciente de mi suerte, y hacerlo lo más explícitamente que puedo, que no estamos como para derrochar ocasiones de estar a gusto.

Acudo a lo que ya se ha convertido casi en un cliché, la teoría de las botas de Vimes, pero que no por ser conocida deja de tener valor; parece que en este mundo, donde la desigualdad no para de crecer, sigue más vigente que nunca. Allá va:
“The reason that the rich were so rich, Vimes reasoned, was because they managed to spend less money. Take boots, for example. He earned thirty-eight dollars a month plus allowances. A really good pair of leather boots cost fifty dollars. But an affordable pair of boots, which were sort of OK for a season or two and then leaked like hell when the cardboard gave out, cost about ten dollars. Those were the kind of boots Vimes always bought, and wore until the soles were so thin that he could tell where he was in Ankh-Morpork on a foggy night by the feel of the cobbles. But the thing was that good boots lasted for years and years. A man who could afford fifty dollars had a pair of boots that'd still be keeping his feet dry in ten years' time, while the poor man who could only afford cheap boots would have spent a hundred dollars on boots in the same time and would still have wet feet. This was the Captain Samuel Vimes 'Boots' theory of socioeconomic unfairness.”
Terry Pratchett, Men at Arms: The Play
En casa sabemos en qué lado de esta teoría estamos, pero tratamos de usarlo para bien. Desde hace ya tiempo (cumpliendo, por tanto, el propósito), precisamente con los calcetines, como bien adelantaba la imagen de stock: cerca de ocho años llevan los Darn Tough (qué gracia me hace el nombre) en nuestros cajones, con su garantía de por vida intacta. Yo ahora estoy en busca de unos supercómodos exclusivamente para estar en casa (no pido perdón, me remito al primer párrafo). Me descubro: quiero mis pies abrazados por nubes, ¿es tanto pedir? Llevo varios inviernos con unos pares de Muji (parecidos a estos, pero no), he echado el ojo a otros de Uniqlo, pero me pregunto si hay algo mejor… Si tenéis recomendaciones, mis pies os escuchan.
Estoy en un momento de la vida en el que, conscientemente, voy cambiando mi ropa poco a poco, ahora que hago cambios de armario cada temporada, que he hecho las paces y me he desprendido (donado) de cosas que hacía mucho que no me ponía, ganando espacio y paz mental, que he variado de talla enormemente en estos años con los embarazos, que, en fin, tengo ya una edad; voy sustituyendo prendas de esa moda rápida que compré hace ya años (así que creo que esas prendas han cumplido muchas más lavadoras de las que nadie en su proceso de fabricación voraz pensaba) por tejidos de más calidad y, si es posible, que hayan sido fabricados en España, o Europa al menos, de la forma más sostenible posible para el medio ambiente y las trabajadoras implicadas.
Precisamente, mientras escribo esto (qué bonito este proceso semanal, que se va armando y se va contando a sí mismo en directo; me reafirmo en mi gusto por este formato), uno de mis seguidos en Instagram, ventana infinita a esta industria en todas sus vertientes, resulta que está leyendo esto.
Esta (r)evolución, por supuesto, tiene un precio al que ya no estamos acostumbrados, pero es algo que creo que es justo y que se puede hacer gradualmente (por ejemplo, el jersey azul que os enseño más abajo lo compré el año pasado, cuando todavía no era ni de mi talla). Empecé con Comptoir des Cotonniers (les conocí aquella fresca tarde de verano en San Juan de Luz, les compré por primera vez en Privalia) y he llegado hasta Beatriz Furest, Zubi (que llevan ya varias temporadas haciendo ropa también) y Counting Clouds; estoy por otro lado con ganas desde hace tiempo de algo de Sézane (y qué genial que vayan a venir por fin a España), pero creo que esperaré a otra temporada para ver cómo de cómoda me siento con esos barroquismos, que no es lo mismo verlos que llevarlos.
También me han influido sin duda estos casi cuatro inviernos que me he pasado con la pechuga al aire, siempre disponible para el bebé que quisiera alimentarse, refugiarse o dormirse en cualquier momento. Así que ahora, con LaPequeña ya menos pequeña y, aunque me parezca increíble, más independiente, lo que me ha pedido el cuerpo ha sido cubrirme todo lo posible de tejidos suaves y calentitos.

En el difícil equilibrio de planear los fines de semana con peques (encontrar algo que sea mínimamente estimulante pero no tanto como para poder aterrizar con calma el domingo; actividades y experiencias que les saquen de la rutina pero que no les agoten para poder descansar de una semana antes de meterse en la otra) hicimos algo que no por típico deja de tener valor: disfrutar del otoño en el Retiro, además de recoger hojas, castañas y piñas como nos habían pedido en sus coles. Tuvimos una de esas mañanas de Madrid donde el cielo de tan azul parece limpísimo (aunque no lo esté, como apreciamos los que acudimos desde el extrarradio) y permite disfrutar y asombrarnos de estos colores sin filtros.
En el igualmente difícil equilibrio que me he propuesto de salir a la calle a la hora pero vestida un poco de persona (ya hablaré de las dificultades de salir de casa en general) conseguí estrenar, cada uno de los días, sendos jerséis nuevos. Y, casualmente (hasta cierto punto, claro), iba conjuntada con el otoño y un día con LaPequeña y, el otro, con ElMayor, también ellos con su ropita ya intencionadamente más cuidada (uno con jersey de lana confeccionado por su abuela sobre un diseño de Babaà, la otra con vestido de punto de Bonnet à Pompon), sobre todo porque ya tienen una edad en la que se puede suponer que lo que se ponen hoy les servirá durante algo más de unas semanas (bueno, con LaPequeña y su recién estrenada voracidad dentada ya veremos este invierno…). Así, tan calentitos, su grado de achuchabilidad aumenta más todavía. Mientras se dejen, les abrazaré cuanto pueda y cuando no, recodaré cuando yo era todo su abrigo.

📺 Se ha quedado buen día para ver…
Hablando de ropa buena, aunque a millones de años luz de lo que acabo de contar, no puedo recomendar otra serie que no sea Succession, que emite ahora su tercera temporada en HBO y que está siendo el lacito con el que envuelvo mis lunes eternos estas semanas. Para mí, realmente ignorante en moda (tuvo que venir The Good Fight, otra ficción que sirve de enciclopedia en este tema, a enseñarme lo que era un Birkin Bag), es un lujo poder ver en acción, en contexto, lo que significan esas prendas al ser llevadas por unos y no otros y estar minuciosamente escogidas por quien sabe.
Aunque parezca imposible, estos jerséis no les hacen estar en paz con el mundo; para mí, además de las intrigas familiares y empresariales, tiene el divertidísimo valor de mostrarme a numerosos personajes siendo verdaderamente malas personas de modos diferentes en un ecosistema que me resulta asombrosamente ajeno. No puedo dejar de mirar.
🩹 Pequeña mejora de la semana
Esto no ha ocurrido estrictamente esta semana, pero es algo que intento ir puliendo poco a poco: dejar todo lo que puedo preparado por la noche para el día siguiente. Además de la ropa de los peques, sus almuerzos al menos decididos (siguiendo cada uno su pauta), revisar si tienen que llevar algo extra, si hay que anticiparles algo fuera de su rutina… llego al punto de dejar los pertrechos del desayuno dispuestos de la forma que me resultará más eficiente cuando tenga que prepararlo la mañana siguiente. ¿Exagerada? No lo sé, pero por la noche no se tarda casi nada y tengo claro que por las mañanas cada segundo cuenta y yo las prisas mezcladas con el sueño (mucho sueño) las llevo muy mal. Pequeños gestos para hacernos la vida un poco menos difícil e intentar estar un poco más a gusto.

Esto ha sido todo por hoy. Espero que os rodeen, entre otras, cosas buenas y bonitas.
Salud.
No conocía la existencia de esos calcetines, gracias! En casa, Gabi y yo vamos descalzos o en calcetines todo el rato y nos los cargamos enseguida😅