El tiempo es esa cosa wibbly-wobbly-etc. que transformo con lo que vivo, veo, leo y escucho, con un equilibrio precario entre lo que está de actualidad y lo que no vi en su momento, a partir de lo cual encuentro nuevos significados y doy forma a mi propio relato presente… y te lo cuento en esta sección. Este mes se me cruzan varias líneas temporales, con esperas, elipsis y viajes en el tiempo, el universal, el de mis propios recuerdos y el de los que están por llegar.
Se acaba el curso y cerramos la primera mitad de 2024. Tela. Esto es lo que destaco de mi mes de junio, lo que más he disfrutado, de lo más frívolo a lo más grave, porque para todo hay lugar.
[ serie ] House of the Dragon, segunda temporada. Tengo la ventaja de que, como no la vi en su momento, hace dos años, he enlazado mi final de la primera el mes pasado con el estreno mundial de la segunda, así que tengo los nombres y las caras bien frescos. Y en historias como estas es una gran ventaja. Me preguntaban si merece la pena. A ver. Es volver a este mundo, con todo lo que implica, así que cero sorpresas aquí: manda si te apetece o no, simplemente, porque ya sabes lo que es: tenemos personajes razonablemente bien trazados, intrigas, muertes a traición, violencia de la que de vez en cuando sigue consiguiendo escandalizar, sexo raro, dragones, rodajes en la parte vieja de Cáceres y excelentes actuaciones –Emma D’Arcy, a tus pies–. Y salseo, claro. Y creo que merece la pena estar pendiente de esa enredadera imposible que es el árbol genealógico Targaryen, gozar con los memes y experimentar sin anestesia ese fatalismo que envuelve esta historia, inevitablemente. No entraba en mis planes, pero vuelvo a estar dentrísimo, y creo que pasar por ello a medias no merece la pena; no te pierdes nada que no supieras que estaba ahí. Porque esto no deja de ser un –muy bien– animado libro de texto lleno de fechas, batallas y nombres enrevesados y más o menos repetidos –atención aquí–. Pero si vienes a por ello, te lo llevas tan a gusto. La segunda temporada acaba de empezar, así que seguiremos hablando el próximo mes, supongo. Mientras, aprovecho para mandar mi carta a los reyes de Poniente: esta historia comienza 200 años antes de la que vimos en Game of Thrones, por lo que quién sabe si dentro de varias temporadas aquí, dependiendo de las elipsis, llegaríamos a ese tiempo, a todo lo que acabó provocando la muerte del Rey Loco. ¿Y a quién propongo yo para que lo interprete? Para sorpresa de nadie, a DT, pero te cuento por qué, más allá del fervor: para entonces será de los pocos actores británicos que no hayan pasado por la franquicia –su hijo Ty ya tuvo un par de momentos gloriosos–, el color platino es de los pocos que le debe faltar por probar en el pelo y el currículo de príncipe y rey atormentado lo tiene bien cubierto y premiado; y, sobre todo, le vendría genial su gravedad y su capa shakesperiana para envolver esa tragedia y locura sin matices cuyos titulares ya sabemos. ¿Hay alguien en contra? Lo dudo. Dicho queda.
[ serie ] Bridgerton, segunda parte de la tercera temporada. El parón le sentó bien, también para crecer en impacto, pero esta segunda parte creo que no ha estado a la altura de lo que habían construido. Estamos a lo que estamos, así que la enorme cantidad de tramas, varias de las cuales ni siquiera eran demasiado entretenidas siendo amable, han hecho que la historia principal se quede a medias. Cuento con que la frustración y el terminar con ganas de más forma parte del género, pero lo de estos capítulos no parece sadismo –bien entendido–, sino falta de tiempo real para dedicarles a los supuestos protagonistas. ¿O es que, como con Anthony y Kate –Jonathan Bailey y Simone Ashley–, tendremos que disfrutar de Colin y Penelope –Luke Newton y Nicola Coughlan– una temporada después, y de aquella manera? Aunque al menos supongo que no les darán el tratamiento de Daphne y Simon –Phoebe Dynevor y Regé-Jean Page–, que aquí ya no existen ni en off. Con todo, Bridgerton consigue lo que hacía mucho que no teníamos, que era estar hablando todos de la misma serie al mismo tiempo durante unos días.
[ serie ] sigo con Hacks, saboreándola poco a poco, y la segunda temporada quizás me ha gustado más incluso que la primera. Efectivamente, es la mejor comedia actual… porque aquí estamos bastante a tope con The Bear –aunque la tercera temporada que se acaba de estrenar todavía no la he empezado–, pero digámoslo claro: The Bear comedia no es, aunque se presente como tal a todos los premios. En Hacks hay chistes, hay enredos y malentendidos y hay momentos de meterse debajo de la mesa de pura incomodidad. Y sí, hay mucha verdad, de esa a la que nos han acostumbrado las comedias de los últimos lustros. Y dos personajes, Deborah y Ava –Jean Smart y Hannah Einbinder– que interesan por separado pero que juntas no puedes dejar de mirarlas. Y por debajo de todo esto, cumple muchas de las cuotas de representación que veníamos echando en falta –incluyo la de mujeres de manos grandes–, y quiero pensar que ya no hay marcha atrás aquí.
[ serie ] Plebs. Porque por ejemplo: he aquí un claro exponente de que diez años pueden no ser nada en muchos aspectos pero son la vida entera en temas como feminismo y/o nuevas masculinidades, especialmente estos diez últimos. Se trata de una comedia tontorrona, con sus enredos y absurdos bien montados, cutre pero con encanto, que da lo que se espera de ella… pero que no tendría sentido hacer hoy, sinceramente. ¿Es este el Imperio Romano en el que tanto piensan los hombres? (No necesito aquí una respuesta enumerando los disparates históricos, gracias, ya sé que en la Antigua Roma ni tenían tomates ni bailaban ska). Considero muy buena noticia este salto ya, espero, insalvable: todos hemos aprendido mucho en este tiempo. Y sí, tres temporadas –británicas, es decir, cortas– fueron suficientes para mí y la dejé en el momento en que se fue Joel Fry.
[ serie ] Doctor Who: he seguido despacio, pero necesitaba ya cerrar etapas. Con mucha pena, termino la cuarta temporada y todos los –irregulares– especiales que se emitieron a lo largo de 2009 –qué duras debieron ser estas esperas, disfrutando cada reencuentro pero sabiendo lo inevitable– y el final, primero de Donna –Catherine Tate, que me debato sobre si es mi acompañante favorita, si es que tuviera que elegir; a las tres que he conocido las he querido cada una a su manera– y después, inevitablemente, del Décimo Doctor. Entiendo que todo lo que precede a este autohomenaje de cierre sea la etapa cumbre de la serie, tienen pinta de haberlo disfrutado todos muchísimo, creando nuevos mitos, reviviendo los clásicos, con el cinismo bajo cero –mil gracias por esto– y con un protagonista con todo, todo a favor en carisma, comedia y gravedad, encarnando todos los géneros –ja–. El corazón de Russell T. Davies late con tanta fuerza que parecen dos. Estoy en ese punto en el que podría hablar horas sobre esto. Todavía no sé cómo es lo que viene, creo que me daré un tiempo antes de conocer al Undécimo, Matt Smith –a quien tengo ahora en House of the Dragon y parece que el tiempo no ha pasado para él–, pero no quiero eternizarme tampoco antes de seguir. Steven Moffat, que tomó el relevo al mando de la serie, me suele gustar –aunque acabo de ver ese reencuentro con Tennant que fue Inside Man, que tenía todos los ingredientes para mí… y sigo debatiéndome a ver qué opino; la incomodidad y la mediocridad me interesan, pero lo paso fatal… y no sé cuánto hay intencionado aquí y cuánto es simple torpeza–. Entiendo el fenómeno que fueron los capítulos de Doctor Who estos años, ese amor universal a David Tennant que trasciende los lustros y por supuesto que entiendo que se reinventen sus propias normas del universo para poder volver a tenerle de vez en cuando.
[ película ] Challengers (2024). Boom. ¿Sabíamos que el cóctel Zendaya-O’Connor-Guadagnino tenía todo el potencial para ser altamente explosivo? –lo siento, Mike Faist, a ti no te conocía– Lo sabíamos. ¿Ha estado Challengers a la altura de las expectativas, los nombres y las alfombras rojas? Para mí, sí. Inauguro por cierto un verano de calor, sudor y musicote con su banda sonora, cortesía de Trent Reznor y Atticus Ross, y me declaro oficialmente encandilada por la precisión de los movimientos y miradas, ya sea al mover un taburete, comer como aquí se come o simplemente esperar el resto. ¿Seguimos hablando de tenis?
[ películas ] También de estreno. La primera, Anyone But You (2023), que es una adaptación libre y aceitada de Much Ado About Nothing, esa comedia de Shakespeare que yo no conocía y que de unos meses para acá me encuentro en todas partes, con Sydney Sweeney –de la que ya hablamos el mes pasado– y Glenn Powell –del que hablaremos un poco más abajo–. La segunda, The Fall Guy (2023), con Emily Blunt y Ryan Goslin, acción y metacine. Ninguna de las dos me ha entusiasmado, cada una en su rango, pero me interesa ver por dónde va la actualidad y el star system… y, sinceramente, me ha encantado volver con ambas a la ópera y la bahía de Sydney, nueve años después –cielos– de haber estado yo por allí.
[ película ] Before Sunrise (1995). Otra de las películas que, de haberla visto hace veinte años –cuando ya era considerada de culto–, como tanta gente de mi generación, cuando teníamos esa edad, habría marcado mi juventud, probablemente, de una forma equivalente a lo que hace con sus vidas esa noche eterna que pasan juntos Jesse y Céline –Ethan Hawke y Julie Delpy–. Pero no lo hice, qué le voy a hacer, y llego a ellos ahora, cuando casi les doblo la edad, así que aterriza en mí de una forma diferente, entrelazándose con mis propios recuerdos de noches que no acaban. Me doy unas semanas para seguir con las siguientes –Before Midnight (2013) y Before Sunset (2004)–, para al menos dejarme dentro algo de espacio entre ellas e intentar rescatar así un poco de esa esencia. Porque el tiempo pasa para ellos, veinte años nada menos, pero yo podría ver las películas, sin esfuerzo, una tras otra, sin pausas. Su director y guionista, Richard Linklater, estrenaba ahora Hitman (2023) y no me parecía de justicia ir a verla sin haber cumplido antes con esta deuda. Esta es curiosona y poco más, pero que se entiende mucho mejor sabiendo los entresijos de la carrera de Glen Powell. Por supuesto, cuando acabe con la trilogía tendré que ponerme por fin con Boyhood (2014), todo un ensayo sobre el paso del tiempo, por lo que tengo entendido.
[ película ] he vuelto a ver Inside Out (2015), casi diez años después de su estreno, y sigue genial. El cambio de perspectiva que me da este tiempo viene de que, en fin, ahora soy yo madre –y guardiana de los recuerdos familiares–, por lo que supongo que la composición de mis lágrimas habrá sido distinta. Uf. Veré la segunda parte, en algún momento, imagino.
[ película ] Los Siete Samuráis (1954). No sé qué decir que no sea un cliché. Puro cine, Kurosawa demostrando por qué está en el Olimpo mientras se inventa cómo dirigir decenas de extras, caballos, acción con multicámara –y pelea con la productora por el dinero ya gastado mientras pide más–, y hace comprensibles incluso a los occidentales los dramas y debates internos de los japoneses, quizás lo más complicado de todo. Y, con todo ello, marcar para siempre a generaciones y generaciones de espectadores, algunos de los cuales acabaron haciendo sus propias películas, por todo el mundo y en todos los géneros. No consigo imaginarme cómo debió ser ver esto en su momento… hace setenta años.
[ podcast ] Delirios de España. La segunda temporada está dedicada al fenómeno de Mar Flores en sus años de famosa y símbolo nacional en general. Personalmente, a mí ella ni me va ni me viene pero, como tantas otras veces ocurre y tan bien cuenta Juan Sanguino, la cultura popular dice cosas muy interesantes de quiénes éramos como sociedad entonces y quiénes somos ahora.
[ música ] Hit me Hard and Soft (Billie Eilish). A mí esta muchacha me lleva por donde ella quiere, y me parece fenomenal.
[ novela ] La mala costumbre, de Alana Portero. Solo un año más tarde de su publicación y no voy a decir nada que no sepas de ella. Alana se merece todo lo bueno que le pase.
[ artículo ] Cómo lidiar con el síndrome de la casa incompleta. Pues supongo que, para empezar, mirando con mesura las imágenes de cuentas y revistas como esta. Porque aquí estamos, sin duda.
Para acabar, aprovecho para contarte que, aunque los Boletines ordinarios descansan hasta el nuevo curso –y volverán con alguna novedad, por cierto–, sí me gustaría pasarme a saludarte a mitad de verano y actualizar un poco esta sección, que tantas alegrías me está dando.
Disfruta tú también. Salud y agüita fresca.
Si te perdiste y/o te interesa lo que disfruté otros meses: